Ernesto Iriarte. "Sin perfil"
Por José CosComo si de un virus se tratara, parece que la creación invada todo el ser de Ernesto Iriarte.
Sus creaciones, más bien diminutas, huyen de las grandes dimensiones, sin duda, porque son costosas; sus pequeñas obras puede contener: desde una urna funeraria generada con todo tipo de remates y piezas metálicas recicladas y mezcladas con recipientes de vidrio, calaveras de plata a modo de vánitas diminutas, remates de madera torneada y una ingente cantidad de abalorios adheridos, incisiones y perforaciones en todo tipo de huesos que terminan siendo diminutas esculturas; hilos y construcciones estructuralistas en plata, cantos rodados enriquecidos..., hasta objetos como por ejemplo, radios que terminan siendo bolsos de mujer y a los que, por cierto, les sientan bien las peanas.
Todo es reciclado, pues Ernesto Iriarte convive con la idea de que todo lo que hace puede ser soñado pero tiene que desembocar y terminarse en un amplio grado de utilidad. La funcionalidad es el talismán conceptual de su propuesta plástica encerrada en la urna (reciclada, por supuesto) que acoge su concepción extrema ante el valor de uso.
Son extraordinarias su colección de gafas. Inenarrables.
"Sin perfil" se complementa con una reducida muestra de fotografía: personas de barrio, conocidos y amigos sometidos a una suerte de fragmentación en puzzle.
No se pierdan su colección de ojos de txitxarros, sus bicicletas auto-fabricadas o su desbordante colección de anillos y sortijas articuladas para que el movimiento metacarpo-falangiano de los dedos puedan hacer su juego sin molestias
Cuando se observa la obra reunida de Iriarte nos invade la duda de saber, si estamos ante una formulación bahaus-dadaísta en la que ha intervenido alguna escisión de la Internacional situacionista poveriana... o una de cal (gótica) y otra de arena. Un poco inclasificable; y sin falta que hace.
Lo cierto, es que estamos ante un bazar-retablo de la imaginación y del todo vale, pues todo en Ernesto Iriarta es singular y genuinamente "de verdad".
JACOBO CASTELLANO. RIFLEPISTOLACAÑON
Se deja ver. “Pistolariflecañon”
Si se diera una respuesta rápida sobre la exposición
que respondiera a la pregunta: ¿qué tal la última exposición de Artium “Pistolariflecañon”? Las dos respuestas serían: se deja ver
y/o ¡qué valiente!
Qué valentía en la presentación plástica, Qué difícil
es hacer eso. Qué difícil es quitarnos (incluso como espectadores) toda la
carga de “peros” estéticos acumulados y que llevamos encima. Parece que Jacobo
Castellano se encuentra en ese camino en donde se consigue Y lo alcanza de
manera integral desde la simplicidad…, hasta las formas y facturas; los
ensambles curiosamente grapados de la madera, los repasos en “bruto”, sencillamente
labradas en muchas ocasiones, “tal y como salen de la cinta de sierra”, todo
ello indica de dónde parte Jacobo Castellano con su obra: la sencillez. La obra
mostrada, es una serie de construcciones cargadas de indicaciones y referencias
integradas sobre su entorno y sus recuerdos. Composiciones a través de un “casi
más sencillo todavía en equilibrio” que contrasta con la contundente y segura
opción elegida del nogal, madera costosa y utilizada en la mayoría de sus
instalaciones, unidas a telas y enseres que no definiría como esculturas, sino
más bien como instalaciones.
Sin embargo, no parece que en su conjunto la obra
exhibida de Jacobo Castellano se pueda situar “en la punta de lanza de la más
relevante escultura española de nuestro tiempo” tal y como reza el fabricado
discurso de Javier Hontoria comisario de la exposición que nos incita a considerar su propia visión con
lo vernáculo quizás perteneciente a su propio ideario y ya recogido en otros de
sus comisariados.
“Pistolariflecañon” de Jacobo Castellano es una
exposición que “se deja ver”, entre comillas. No es sencilla.
A
través de su obra se advierte el interés por la memoria (familiar), su entorno
geográfico, etnográfico, social...; sus conexiones vernáculas con diferentes
contextos andaluces (Jaén).
Plantea el folleto de sala que ha sido coproducida con el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla, donde
pudo verse el pasado verano. También que la exposición se organiza de una
manera elástica, aunque con un núcleo central un gran muro en donde se han
trazado sillares irregulares y en su espacio central se ha practicado la
analogía de un torno que pudiera abrirse y relacionar dos diferentes espacios y
temáticas de recuerdo. Quizás uno de estos grupos temáticos esté relacionado
con sus raíces, vivencias y contexto sacro religioso. Deliciosas obras, Al otro
lado del torno otras dimensiones vernáculas como diría Hontoria.
Sin embargo, me interesa y mucho Casa I, ya
por otro lado presentada en 16 Proyectos de Arte Español, comisariada
por María de Corral en ARCO de 2006. Finalmente me fijo solo en esta obra. Necesariamente, desde mi
imaginario, entro a su interior con espíritu poético pues “Casa I “es, en cuanto estructura del recuerdo, pura poesía.
La memoria no existe; reproduce retazos a base de
recuerdos.
Momentos, espacios, personas, disposiciones
modificadas. Interesadas.
La Memoria como un auto-relato sacralizado.
Mirar por la ventana elegida. El contexto, con
postigos incluidos.
Qué importantes son las ventanas; es “el elemento” que
permite relacionar, observar lo de fuera y lo de dentro. El relato condicionado
por los golpes del “contexto-tiempo”.
No se pierdan este relato de la razón incumbido en la estructura del recuerdo, montada en base a ventanas, sostenido por la estructura.
Tampoco se pierdan el resto de la exposición de Jacobo
Castellano. Merece la pena.
***
Cafarnaúm. La ciudad de los milagros de Jesús".
Por José Cos
En los aledaños del Ayuntamiento (institución, en principio más cercana al pueblo) observé que empezaba el mismo tipo de espectáculo.
Luz y sonido proyectado aprovechando la estructura de los edificios. Una técnica que está de moda desde hace 4 o 5 años realizada a través de un programa de ordenador. Siempre es parecido. Efectista. Cambian solo los edificios. Espectáculo montado en base al aplauso fácil. Plantéense, al menos, la diferencia que existe entre la palabra espectadxr y la de usuarix. Al menos en los fuegos artificiales hay un humo que vender, aquí ni eso.
Acaban los fuegos de artificio. Se producen los ¡oh qué bonito! buscados y también los aplausos.
Me fui a ver la película. Se llama Cafarnaúm.
Los techados (en ausencia de tejados) de la ciudad (parece que realmente se trata de Beirut) no admiten espectáculos de luces, ni colores.
Un niño (llamado Zein) reprocha y denuncia a sus padres por haberle traído al mundo. Les denuncia, porque le han nacido, porque le han traído a la vida (que en realidad es la muerte), dadas las duras condiciones de supervivencia en las que se desenvuelve. No puedo "invitarles" a que vayan a verla. Les ruego que la vean.
Y los aplausos espectacularmente creados del Ayuntamiento y de la Diputación se quedan helados y rotos. También termina quebrándose hasta el rictus de mi cara. El espectáculo ha muerto. ¿Comienza otro?
***
Me encantó. Gracias.
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